miércoles, 23 de noviembre de 2011

UN DIOS SALVAJE. Hipócritas burgueses


UN DIOS SALVAJE. Título original: Carnage. Países: Francia, Alemania, Polonia y España. Año: 2011. Duración: 79 min. Dirección: Roman Polanski. Intérpretes: Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz, John C. Reilly. Guión: Roman Polanski y Yasmina Reza, basado en la obra de teatro homónima de Y. Reza. Producción: Saïd Ben Saïd. Fotografía: Pawel Edelman. Música: Alexandre Desplat. Montaje: Hervé de Luze. Diseño de producción: Dean Tavoularis. Vestuario: Milena Canonero. Distribuidora: Alta Classics. Género: Comedia negra. Estreno en Francia: 7 Diciembre 2011. Estreno en España: 18 Noviembre 2011.
Más allá de los escándalos personales, que Roman Polanski es un magnífico director es algo incuestionable. Lleva décadas haciendo cine y domina el oficio como pocos. Repulsión, La semilla del diablo, Tess, La muerte y la doncella, El Pianista, El escritor son sólo algunos ejemplos de la variedad y calidad de su filmografía. Con Un dios salvaje une su pasión por el teatro y por el cine adaptando a la gran pantalla la exitosa obra homónima de la no menos popular y venerada Yasmina Reza. Ambos han firmado el guión con leves modificaciones respecto al texto original, ya que hasta el tiempo de la función es el mismo que el de la película, apenas ochenta minutos. También está rodada en un único espacio, la residencia acomodada de uno de los dos matrimonios protagonistas.
Dos parejas se citan en el piso de una de ellas para resolver civilizadamente un episodio violento entre sus dos hijos. Esa es la intención, porque los presuntos buenos modales de estos burgueses neoyorkinos pronto dejan paso a sus verdaderas personalidades. Fuera hipocresías: mejor liberar al primate que cada cual llevamos dentro.
Así, sobre el papel, con un reparto más que atractivo (Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Poster y John C. Reilly) y un apartado técnico absolutamente intachable, la película podría parecer una obra maestra. Pero no es así, el guión no termina de encajar. Por un lado, al principio se juega demasiado con el ir y venir de los personajes, que se van pero se quedan de manera poco natural. Y cuando se quedan y empieza la confrontación entre los cuatro, la mayoría de los episodios que viven también son excesivos o en tiempo o en teatralidad (el clímax de la borrachera generalizada resulta poco creíble). De las puyas por parejas pasan a una lucha de sexos más que previsible. Y las interpretaciones también pecan de artificiales, sobre todo las chicas.
En resumen, bien pero menos. A gran parte del público le parece hilarante, a mí nada de nada. No me creo tanta dramaturgia en el cine.  

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