domingo, 2 de octubre de 2011

SOMEWHERE. El hastío y la fama


SOMEWHERE. País: USA. Año: 2010. Duración: 97 min. Dirección y guión: Sofia Coppola. Intérpretes: Stephen Dorff, Elle Fanning, Michelle Monaghan, Laura Chiatti, Chris Pontius, Benicio del Toro, Amanda Anka, Ellie Kemper. Producción: G. Mac Brown, Roman Coppola y Sofia Coppola. Fotografía: Harris Savides. Música: Phoenix. Montaje: Sarah Flack. Diseño de producción: Anne Ross. Vestuario: Stacey Battat. Distribuidora: Vértigo Films. Género: Drama. Estreno en USA: 22 Diciembre 2010. Estreno en España: 30 Septiembre 2011.
Después de un tropiezo considerable con su anterior película, la superficial María Antonietta (2006), Sofia Coppola vuelve al cine que más éxito le ha dado: el que reflexiona sobre el aislamiento y el hastío. Ya apuntaba estas cuestiones en su ópera prima, Las Vírgenes Suicidas (2000) y la desarrolló hasta el límite en la magnífica Lost in Traslation (2003), donde la insatisfacción de los protagonistas convivían con el caótico paisaje urbano de la ciudad de Tokio.
En Somewhere también incide en el vacío y en la soledad, pero esta vez el protagonista es un supuesto triunfador, un actor de Hollywood perdido en los  excesos, el lujo y la fama, incapaz de tomar las riendas de su vida, y que entre rodaje y rodaje mata el tiempo alojado en el decadente y mítico hotel Chateau Marmont de Hollywood. Stephen Dorff (Sangre y Vino, Blade) da vida a este anodino individuo que sólo parece despertar cuando le visita su hija preadolescente, una luminosa y natural Elle Fanning (Super 8), auténtica revolución de la película.
Sin lugar a dudas, la relación padre-hija es el motor de la historia. También los momentos que ambos comparten son los mejores de un filme que no es desdeñable pero que deja bastante que desear. La directora pretende imponer su sello autoral en cada plano y peca de explícita. La estructura circular de la película resulta demasiado obvia: empieza con un plano fijo en el que el protagonista conduce a toda velocidad su cochazo dando vueltas a un desértico circuito, sin encontrar salida alguna. Y el final, no lo cuento, pero es tan previsible...
Los momentos en los que se retrata la superficialidad del star system hollywoodense, con las desmotivadas promociones, los posados forzados o las patéticas entregas de premios, hacen que el espectador entienda mejor el estado de ánimo del protagonista, pero no es suficiente para que nos identifiquemos o sintamos cariño por él, como ocurría con el actor venido a menos que tan sabiamente interpretó Bill Murray en Lost in Traslation.


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