jueves, 29 de septiembre de 2011

EL MUNDO ES GRANDE Y LA FELICIDAD ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA. Y una buena peli también, pero no es ésta


EL MUNDO ES GRANDE Y LA FELICIDAD ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA. Título original: Svetat e golyam i spasenie debne otvsyakade. Países: Bulgaria, Alemania, Eslovenia y Hungría. Año: 2008. Duración: 105 min. Dirección: Stephan Komandarev. Intérpretes: Miki Manojlovic, Carlo Ljubek, Hristo Mutafchiev, Anna Papadopulu, Nikolay Urumov, Vassil Vassilev Zueka. Guión: Stephan Komandarev, Dusan Milic, Yuri Datchev e Ilija Trojanow. Producción: Stefan Kitanov, Karl Baumgartner, Tanassis Karathanos, András Muhi y Danijel Hocevar. Fotografía: Emil Christov. Música: Stefan Valdobrev. Montaje: Nina Altaparmakova. Diseño de producción: Anastas Yanakiev. Vestuario: Marta Mironska. Distribuidora: Pirámide Films. Género: Drama. Estreno en Bulgaria: 10 Octubre 2008. Estreno en España: 29 Julio 2011. Estreno en Sevilla: 23 Septiembre 2011.
Miedo me dan las coproducciones en las que intervienen tantos países como en ésta de largo título y mucho mensaje. Realizada entre búlgaros, alemanes, eslovenos y húngaros, El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina es una película bienintencionada y optimista que cuenta la historia de un joven amnésico que, ayudado por su abuelo, irá recobrando la memoria mientras realiza un viaje en bicicleta hasta su ciudad de origen.
Una fórmula mil veces empleada, la del viaje interior y exterior, a la que se añade otro tópico: el símil entre la recuperación de la memoria individual y la histórica. Si añadimos a este cóctel mucho almíbar en forma de romances gratuitos, la pasión por el backgammon o juguetes de la niñez encontrados para tocar la fibra sensiblera del espectador, el resultado no puede ser más empalagoso y facilón.
Está narrada en dos tiempos, el de la niñez y huida de la familia fotografiado en un manido tono sepia, y el del viaje de los protagonistas por la Europa del Este en alegres colorines. Todos estos elementos junto a una banda sonora más que decadente y unas interpretaciones que tampoco dejan demasiada huella (destaca el rostro curtido del abuelo, el veterano actor serbio Miki Manojlovic -Papá está en viaje de negocios, Underground, Irina Palm-) no me sugieren más que una vuelta al pasado, a un cine rancio que seguro gustará a los que prefieran mensajes explícitos teñidos de esperanza.

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