miércoles, 7 de diciembre de 2011

RESTLESS. Jugueteando con la muerte


RESTLESS. País: USA. Año: 2011. Duración: 95 min. Dirección: Gus Van Sant. Intérpretes: Mia Wasikowska, Henry Hopper, Ryo Kase, Lusia Strus, Jane Adams, Schuyler Fisk, Chin Han. Guión: Jason Lew. Producción: Brian Grazer, Ron Howard, Bryce Dallas Howard y Gus Van Sant. Fotografía: Harris Savides. Música: Danny Elfman. Montaje: Elliot Graham. Diseño de producción: Anne Ross. Vestuario: Danny Glicker. Distribuidora: Sony Pictures Releasing de España. Género: Drama, Romance. Estreno en USA: 16 Septiembre 2011. Estreno en España: 2 Diciembre 2011.
Gus Van Sant es uno de esos directores que pueden pasar con facilidad del cine independiente (Drugstore Cowboy, Mi Idaho Privado, Elephant) al de grandes circuitos comerciales (El Indomable Will Hunting, Descubriendo a Forrester) o quedarse a medio camino (Mi nombre es Harvey Milk). En Restless estaría en un lugar intermedio también porque se trata de un filme con vocación de alternativo aunque con una puesta en escena preciosista y hasta clásica.
Su grandes obsesiones cinematográficas, la adolescencia y la muerte, también forman parte de esta cinta que combina ambos temas con absoluta facilidad, incluso diría que juguetea con ellos. Van Sant se mueve al filo del precipicio en esta historia de amor y de muerte, pero sin despeñarse nunca. Trata la cercanía del fin de la vida sin sentimentalismos lacrimógenos, con cierta ligereza pero ninguna frivolidad. Y narra un hermoso romance con los días contados entre dos personas poco corrientes, incluso algo excéntricas, precisamente por la relación que mantienen con la muerte.
A mí me ha parecido una película deliciosa, con una bella pareja protagonista como no podía ser menos viniendo del bueno de Gus, siempre tan adepto a los efebos y a las ninfas. Ella, Mia Wasikowska, la Alicia de Tim Burton que podemos ver ya en Jane Eyre, y él, Henry Hopper, hijo del mítico Dennis Hopper, encajan a la perfección en sus personajes. También me gusta el coqueteo con el más allá que mantiene él con un amigo imaginario, muerto en la aviación, y esos planos fríos de hospital que tanto me recuerdan a los pasillos del instituto de Elephant, o la partitura encantadora que ha compuesto Danny Elfman, habitual del antes mencionado Tim Burton. Me convence su montaje, que pudiera parecer típico de videoclip pero que goza de una sensibilidad ajena al género musical. Pero, sobre todo, me engancha la visión de ese amor puro entre dos jóvenes que, por desgracia, nada temen ya.

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