jueves, 8 de diciembre de 2011

JANE EYRE. El placer de revisitar a los clásicos


JANE EYRE. País: Reino Unido. Año: 2011. Duración: 120 min. Dirección: Cary Joji Fukunaga. Intérpretes: Mia Wasikowska, Michael Fassbender, Jamie Bell, Judi Dench, Holliday Grainger, Sally Hawkins, Tamzin Merchant, Imogen Poots, Sophie Ward. Guión: Moira Buffini, basado en la novela de Charlotte Brontë. Producción: Alison Owen y Paul Trijbits. Fotografía: Adriano Goldman. Música: Dario Marianelli. Montaje: Melanie Ann Oliver. Diseño de producción: Will Hughes-Jones. Vestuario: Michael O'Connor. Distribuidora: A Contracorriente Films. Género: Drama, Romance. Estreno en Reino Unido: 9 Septiembre 2011. Estreno en España: 2 Diciembre 2011.
Muchos se preguntarán el porqué en pleno siglo XXI de la enésima adaptación del clásico literario del XIX, obra de la escritora británica Charlotte Brontë. La oportunidad quizás a priori se deba a que, de vez en cuando, los cineastas deben echar mano de una historia imperecedera, de amores desatados y funestos, que garantice la afluencia a las salas de un público fiel a las adaptaciones literarias más academicistas. Pero en este caso, la revisión de Jane Eyre va mucho más lejos porque parece estar tocada por un estado de gracia en todos sus apartados, tanto técnicos como artísticos. Y hacen de ella una versión tan buena o más que la mejor, que seguramente se remonta a la que dirigió Robert Stevenson en 1944, titulada en España Alma Rebelde, con Orson Welles y Joan Fontaine como pareja protagonista.
Seas o no afín a este tipo de historias, si te acercas sin prejuicios y con apertura de espíritu a la película de Cary Fukunaga, no te arrepentirás. El californiano de origen japonés, con sólo un título más en su currículum como director (Sin nombre, 2009) y de características completamente diferentes a un filme de época como el que comento aquí, ha transformado una obra que pudiera parecer ya trasnochada o caduca, en una fuente de belleza y emoción imperecederas. Gracias, desde luego, a un guión sin pizca de grasa, todo fibra, firmado por Moira Buffini, en el que ha trasladado la esencia del relato de la mayor de las hermanas Brontë sin abusar de lo melodramático e incidiendo en resaltar el poderío de los personajes. La heroína protagonista, pobre huérfana e institutriz, es sobre todo aquí vulnerable, inteligente, segura y libre, y Mia Wasikowska la interpreta con una calidez y un temperamento impresionantes. Acabo de admirar el trabajo de esta actriz australiana en Restless y me vuelve a dejar aquí con la boca abierta. Como Michael Fassbender, que el mismo Fukunaga no se corta en calificar como el mejor actor del momento. Y si no lo crees, corre a ver Un método peligroso y espera a que se estrene Shame, que algunos ya hemos disfrutado en el reciente Festival de Sevilla. Pues en Jane Eyre, más de lo mismo, asombroso en cada gesto y en cada frase que fluye de sus labios. Porque, si puedes, tienes que verla en V.O.S. Hay que escuchar también las voces de la magnífica Judi Dench y del correctísimo Jamie Bell. Un reparto de lujo.
La fotografía, tantas veces en dramas como éste al servicio de la historia, aquí va de la mano del argumento. No es lineal y de bellos colorines para convencer resultonamente, sino que cobra vida en planos de la naturaleza que parecen tangibles al espectador. Junto a la dirección artística, la música y el vestuario, la puesta en escena al completo nos traslada con total credibilidad al siglo XIX que retrata la novela.
No hay duda, de esta forma es un placer revisitar a los clásicos.


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