miércoles, 14 de diciembre de 2011

LA CONSPIRACIÓN. Juicios y derechos humanos de ayer y de hoy


LA CONSPIRACIÓN. Título original: The conspirator. País: USA. Año: 2011. Duración: 123 min. Dirección: Robert Redford. Intérpretes: James McAvoy, Robin Wright, Kevin Kline, Evan Rachel Wood, Danny Huston, Justin Long, Tom Wilkinson, Alexis Bledel, Toby Kebbell, Colm Meaney. Guión: James D. Solomon, basado en un argumento de James D. Solomon y Gregory Bernstein. Producción: Brian Peter Falk, Bill Holderman, Robert Redford, Greg Shapiro y Robert Stone. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Música: Mark Isham. Montaje: Craig Mckay. Diseño de producción: Kalina Ivanov. Vestuario: Louise Frogley. Distribuidora: DeAPlaneta. Género: Drama, histórico. Estreno en USA: 15 Abril 2011. Estreno en España: 2 Diciembre 2011.
Robert Redford sigue en su línea de director comprometido con las causas sociales y tras su último filme, interesante aunque algo farragoso, Leones por Corderos (2007), vuelve a hacernos reflexionar recuperando un turbio episodio de la historia de los Estados Unidos, el que hace referencia a la condena a muerte por el gobierno federal de Mary Surratt, propietaria de la pensión en la que se reunían para conspirar los autores del asesinato del presidente Abraham Lincoln.
Con estos mimbres construye Redford una muy estimable película de corte clásico. Utiliza un elaboradísimo guión del novel James Solomon, que se documentó en el caso durante dieciocho años, ahí es nada. Emplea una fotografía que pudiera cansar por el abuso de luz y una música que no falla, la del compositor Mark Isham. También echa mano de demasiados flash backs, no siempre necesarios.
Pero el correcto director, y antes extraordinario actor, lo que mejor sabe manejar son las dotes interpretativas de su sólido reparto. Y es ahí, en la actuación, donde saltan chispas de altísima calidad. Tanto secundarios, como protagonistas: la maravillosa y contenida Robin Wright, o James McAvoy en su papel de abogado descreído al principio y combativo al final, logran los mejores momentos de la película. Que si bien es entretenida en la fase del juicio y te transporta con facilidad al Washington de 1865, no provoca en el espectador reacciones de emoción desbordadas, como quizás correspondería por el tema tratado. Y es que una vista en la que más que juzgar a una pobre mujer se cuestiona la fortaleza o debilidad de los derechos civiles de un país, debía hacer correr ríos de rabia, emotividad y pasión, que la cinta parece bordear pero sin sumergirse del todo.
Sin embargo su visión es recomendable no sólo por el momento histórico que retrata, también por los paralelismos que el ciclo de la vida se empeña en repetir. En tiempos en los que la judicatura vuelve a tambalearse y en los que los derechos básicos de tantos ciudadanos se saltan a la torera, es buena hora para reflexionar sobre lo que ocurrió y no debería volver a pasar.

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