J. EDGAR. País: USA. Año: 2011. Duración: 137 min. Dirección: Clint Eastwood. Intérpretes:
Leonardo
DiCaprio, Naomi Watts, Armie Hammer, Josh Lucas, Ed Westwick, Judi Dench, Damon
Herriman, Jeffrey Donovan, Dermot Mulroney, Denis o'Hare. Guión:
Dustin
Lance Black. Producción: Clint Eastwood, Brian Grazer y Robert Lorenz. Fotografía: Tom Stern. Música: Clint Eastwood. Montaje: Joel Cox y Gary Roach. Diseño de producción: James J. Murakami. Vestuario: Deborah Hopper. Distribuidora: Warner Bros. Pictures International España. Género: Biopic, drama. Estreno en USA: 9 Noviembre 2011. Estreno en España: 27 Enero 2012.
Con la obra de Clint Eastwood me suele ocurrir como con la de Woody Allen: casi nunca me decepcionan. Sin embargo esta vez sí
que ha ocurrido, el "casi" se ha hecho realidad y el complejísimo
retrato del director del FBI durante cincuenta años y ocho mandatos
presidenciales, me ha dejado un agrio sabor a pesar de algunos méritos, que
también los tiene.
En primer lugar, el guión
de Dustin Lance Black (Mi nombre es Harvey Milk) acierta en profundizar en los distintos
aspectos de la personalidad de John Edgar Hoover, tanto a nivel privado como
profesional, para mostrar al espectador sus comportamientos sin necesidad de
juzgarlos. El problema es que ha recurrido al manido y reiterativo flash back para transmitir tan ardua y
ambigua trayectoria. Las idas y venidas temporales, desde los años 20 a los 70,
agotan a pesar de la intensidad e interés de los contenidos y, sobre todo,
molestan por el segundo y más evidente problema de la película: el fallido
maquillaje.
Aunque pueda parecer banal,
la pésima caracterización de los personajes provoca un rechazo tal en el
espectador que logra sacarte de la trama para desviar la atención a las
superlativas prótesis que tienen que llevar
tres de los actores principales de la cinta. Y como la narración va y
viene en el tiempo por culpa del mencionado flash
back, los problemas saltan a la palestra desde casi el inicio del metraje. Vamos,
que las máscaras que tienen que aguantar DiCaprio, Watts y sobre todo Hammer, rechinan tanto que parecen dejarles asfixiados y a
nosotros atónitos.
Parece
mentira que un director tan cualificado como Eastwood haya pasado por alto semejante
error que perjudica seriamente a una película muy atractiva. Mucho mejor habría
sido una narración lineal aunque hubiera tenido que contar con dos actores para
cada personaje, como en la reciente La
dama de hierro, donde Meryl
Streep
sin problemas en su caracterización, consigue un dramatismo veraz. En J.
Edgar
sólo resultan convincentes las interpretaciones del reparto sin látex encima,
cuando encarnan a los personajes en su juventud, sobre todo Dicaprio
y Watts, porque Armie
Hammer no
me convence ni siquiera sin maquillaje. El actor descubierto en La Red Social todavía tiene mucho que
rodar para estar a la altura de sus compañeros.
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