KATMANDÚ, UN ESPEJO EN EL CIELO. País: España. Año: 2011. Duración: 104 min. Dirección: Icíar Bollaín. Intérpretes: Verónica Echegui, Sumyata Battarai, Norbu Tsering Gurung. Guión: Icíar Bollaín, con la colaboración de Paul Laverty. Producción: Luis de Val y Larry Levene. Fotografía: Antonio Riestra. Música: Pascal Gaigne. Montaje: Nacho Ruiz Capillas. Vestuario: Sonia Grande. Distribuidora: Alta Classics. Género: Drama. Estreno en España: 3 Febrero 2012.
Icíar Bollaín ha marcado su carrera como
directora dentro del campo de la denuncia social. Se estrenó con la imperfecta
pero rompedora Hola ¿estás sola, para
seguir denunciando otras realidades en
Flores de otro mundo o Te doy mis
ojos, sus mejores títulos hasta la fecha. Continuó por la misma senda en Mataharis, otra película con carga
social aunque de resultado más irregular que las anteriores. Da la impresión
que a medida que la autora madura en el cine va dejando atrás esos rasgos de
autenticidad y frescura que la habían marcado en sus inicios. Y así se pone de
manifiesto sobre todo en el pinchazo que fue También la lluvia y ahora este
Katmandú, un espejo en el cielo.
Ambas cintas están
ambientadas y rodadas ya fuera de España, la primera en Bolivia y la segunda en
Nepal. Y ambas buscan trascender en la denuncia social con problemas arraigados
en esos países y en los continentes en los que se sitúan. Bollaín ha ampliado sus fronteras pero al mismo tiempo se
ha cerrado puertas y en Katmandú
vuelve a caer en los mismo vacíos que en También
la lluvia. Como su admirado Ken Loach, se está viciando en la protesta mitinera para
olvidarse de los sentimientos y emociones reales. Resulta evidente la
influencia de Paul Laverty, guionista habitual del
realizador británico, co-guionista de este Katmandú,
y en lo personal, compañero sentimental de la directora. Su sello está patente
pero carece de la fuerza y expresividad de sus mejores trabajos.
Katmandú,
un espejo en el cielo está basada en la historia
real de la profesora catalana Victoria Subirana, quien decide un día dar un giro
a su vida para enseñar a los niños más desfavorecidos de Nepal. Ésta se hizo
famosa en la década de los noventa cuando volvió a España para buscar apoyos
para la construcción de una escuela en el país oriental. Verónica Echegui interpreta a la maestra con
total entrega y absoluta convicción, pero su labor no se ve acompañada por la
narración, siempre a trompicones, las subtramas deslavazadas, o esos inútiles flash back sobre su pasado que no sólo
no aportan nada, sino que chirrían en el conjunto de la película.
Tampoco
ayuda la versión en castellano de esta película que debía haberse estrenado
sólo con subtítulos. Descentra al espectador ese pésimo doblaje que te saca de
situación. Lo mejor es que Icíar
Bollaín
sigue siendo una excelente directora de actores y saca oro de su reparto de no
profesionales, sobre todo destaca el marido nativo de la protagonista, al que
hemos visto hace poco en un pequeño papel en El Havre, Norbu Tsering Gurung.
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