MAMMUTH. País: Francia. Año: 2010. Duración: 87 min. Dirección y guión: Benoît Delépine y Gustave Kervern. Intérpretes: Gérard Depardieu, Yolande Moreau, Benoît Poelvoorde, Isabelle Adjani. Producción: Jean-Pierre Guérin y Véronique Marchat. Fotografía: Hugues Poulain. Música: Gaëtan Roussel. Montaje: Stéphane Elmadjian. Diseño de producción: Paul Chapelle. Vestuario: Florence Laforce. Distribuidora: Karma Films. Género: Comedia dramática. Estreno en España: 21 Abril 2010. Estreno en España: 8 Septiembre 2011.
Curiosamente, hace un par de años llegaba a la cartelera una película europea con el mismo nombre que ésta, dirigida por Lukas Moodysson y protagonizada por Gael García Bernal y Michelle Williams. Ahora, nos encontramos con otra que también elige al mismo extinto animal migratorio como título y como perfil del protagonista, el enorme Gérard Depardieu. El perjudicado actor, en lugar de los largos colmillos del animal prehistórico, luce aquí una igualmente larga y desgreñada melena que junto al exceso de kilos confieren un físico descomunal al personaje. Esa es la primera y más obvia representación del feísmo que los directores y guionistas muestran en esta película, aunque no es la única, ni mucho menos. Ahí está también el realismo social de la trama elegida: el empleado de un matadero anticipadamente jubilado debe volver a los trabajos por los que ha pasado durante toda su vida para recuperar los papeles que le permitan cobrar una pensión. En esa búsqueda por carreteras secundarias de la Francia profunda, a bordo de una moto alemana que recibe también el nombre de Mammuth, como su propio apodo, el personaje un poco al límite que interpreta Depardieu realiza una especie de viaje iniciático al encontrarse con unos cuantos personajes marginales y otros discapacitados mentales que le devolverán la alegría de vivir. Así resumida puede que a algún espectador pseudo intelectual le parezca hasta interesante, pero la verdad es que aburre más allá del bostezo, y eso que el metraje es cortito. El abuso de insistentes primeros planos o planos detalles del careto del protagonista, los diálogos de dudoso humor surrealista, o las apariciones de una fantasmal Isabelle Adjani, magullada e hinchada de botox, tampoco ayudan demasiado. Las intenciones no dudo que sean buenas, pero el resultado, en mi opinión, no lo es para nada.
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